17 enero 2016

SOBRE LAS MALAS INTERPRETACIONES


Podríamos empezar este artículo como un cuento "Erase una vez un país que celebró una elecciones que dieron como resultado..." o como un suceso histórico "El resultado de las elecciones celebradas en España el 20 de diciembre de 2015 fue...". Se redactase como se redactase, sería interesante y un buen ejercicio, sobre todo si no hiciésemos lo que están haciendo los padres (o compadres) de la Patria, que es ir de la realidad al cuento. Un error que todos podemos cometer y creo que no comete la señora Anabel Díez en su artículo  "El 61% de los españoles quieren que los partidos pacten y eviten elecciones" y que publica hoy elpais.com. Un estudio estadístico que demuestra algo que era evidente.


Y digo que la señora Anabel Díez no comete errores porque se limita a dar los resultados de este estudio, sin extenderse en explicaciones de lo que quiere o no quiere un colectivo que se salgan del titular y que los datos de la estadística no avalen. Algo que si han hecho los partidos políticos, excederse en interpretaciones, sobre todo el PSOE, algo menos el PP, y en menor medida lo han hecho Podemos y Ciudadanos. Pero todos han intentado interpretar un sentimiento mayoritario que no existe, ni aún sumando voluntades.

Como siempre en el mundo de la política, el que no se consuela es porque no quiere. De todas maneras se trata de camuflar un resultado que obliga a la negociación, algo que implica hacer concesiones y solucionar problemas mediante el acuerdo superando el enfrentamiento, a que todos sean más parte del gobierno y menos parte de la oposición.

Con su voto los españoles han manifestado qué partido desea que les gobierne y con qué programa pueden estar más de acuerdo, ni más ni menos. Pero no han dado muchos más datos, entre otras cosas porque no se les ha preguntado nada más que quién quiere que ocupe unos escaños. Aunque puede haber muchas interpretaciones sobre otras cuestiones que se han dado muy rápidamente, como ha podido ser el deseo de romper con el bipartidismo, un deseo de cambio, un deseo de renovación de la Constitución, un deseo de que gobierne la izquierda, múltiples deseos que pueden facilitar la explicación de cualquier interpretación. Pero todas interesadas y falaces.

Es más, si acudimos al número de escaños, casi me atrevería a decir que la mayoría de los españoles (pues PP y PSOE suman 20 escaños en el Parlamento) son partidarios de seguir con el bipartidismo... una interpretación tan falaz como todas las que se hacen. 

Seamos sinceros, tras las elecciones nuestros votos se han transformado en puntos para los partidos. Más que en puntos, en avales para la negociación.  Los partidos siguen en campaña, queriendo preservar su identidad y pensando obstinadamente que tienen un deber hacia sus votantes, olvidando que ahora ese deber debe ser un compromiso con todos los españoles.

Creo que ahora los partidos deben hacer preguntas que no han sabido responder o, para ser sincero, que no han querido responder, preguntas que condicionan sus propuestas como podrían ser si preferimos más puestos de trabajo (cantidad) o más calidad de empleo (lo que equivaldría a menos puestos). Si ante un referéndum para la secesión de una parte de España debe limitarse a la población de esa parte o a todos los españoles, si este referéndum se debería hacer antes de modificar la Constitución o después de modificarla. Qué resulta necesario cambiar en la Carta Magna. En fin infinidad de preguntas para construir una nación, aprovechar la oportunidad para vertebrar, o desvertebrar, España de una vez. 



1 comentario:

armando alonso dijo...

Creo que los españoles hemos enviado con nuestros votos, una serie de mensajes muy claros a los políticos. Uno de estos mensajes, y seguramente el más importante, es que se pongan a dialogar para formar un Gobierno representativo de las inquietudes de los votantes y que sea capaz de resolver los problemas fundamentales que tenemos planteados. Dialogar y negociar, no está reñido con mantener la ideología que sea. Pero ser un representante electo de la ciudadanía, supone (o debe suponer) un compromiso de resolver los problemas que acucian a esos electores.

Un abrazo.